Colonia de Sacramento es uno de esos destinos que por su
proximidad siempre lo dejábamos para otro momento. Entonces pensamos en ir
exclusivamente y perdernos entre sus adoquines y carruajes antiguos, sus
atardeceres en el río, las madrugadas silenciosas, la amabilidad de la gente, y
la colorida Calle de los Suspiros. Su particular encanto portugués entre las
amuralladas paredes del casco histórico nos hizo recordar un poco a Cartagena, pero
mucho más íntima. Deseada, destruida y disputada por las grandes coronas, su
historia es movilizadora y aun hoy se respira por sus calles.
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